La Voz De Todos

La Voz De Todos 28 octubre, 2019

Un usuario de la red social facebook hizo un análisis/opinión  sobre las elecciones presidenciales 2019 que pasaron este 27 de octubre. El texto se podrá ver a continuación.

Por Chris Cyr.

A muchos de nosotros nos resulta muy llamativa la «recuperación» del candidato Macri en los guarismos oficiales.

El escrutinio oficial dice que Macri sumó la friolera de 7,5 pp respecto de las PASO, mientras que Fernández restó 1,4 pp, lo cual significa una «proeza» casi imposible (matemáticamente) de lograr para Cambiemos.

 

Aparentemente, demasiadas personas, más de 2,3 millones de ciudadanos, que estaban insatisfechas y lo hicieron notar en las PASO, de pronto «reflexionaron» en su valoración y apoyaron el rumbo político y económico actual, aun cuando 12 horas después de ese resultado, el gobierno procedió a una nueva devaluación en represalia.

A las sospechas de manipulación y/o fraude informático, debemos responderles con la espera del recuento físico de las boletas.

 

 

Sin embargo, no debemos perder de vista que es bastante común que un candidato repunte en las elecciones definitivas, máxime, cuando existen algunas fuerzas de derecha que en apariencia «le compiten» pero que en esencia son socias (Espert, Gómez Centurión, y hasta cierto electorado de Lavagna por la influencia del neoliberal Urtubey) e incluso, existen partidos de izquierda que conforman no ya el anti-peronismo reaccionario clásico, sino más bien el «no-peronismo», esto es, actores que suman a sí mismos y que jamás de los jamases contemplarían la posibilidad de confrontar a la ultra-derecha, su enemigo natural, sumándose a una alianza de centro-izquierda. En este último caso, no hay votos trasladables.

 

No se debe subestimar el cambio de táctica de Cambiemos con posterioridad a las PASO.

En oportunidad de las elecciones PASO, Cambiemos reposó (la palabra no es casual…) en su «mito de invencibilidad», haciendo eje en algunas «obras fantasma», como los 13.000 km de rutas, o en sus impresentables y usuales exageraciones ad-infinitum como el Metrobús porteño o el Paseo del Bajo en Puerto Madero. Esos montajes no tuvieron el efecto deseado en la población, que hizo eje fundamentalmente en su pésima situación económica, la inflación galopante, las constantes depreciaciones y el desempleo en exponencial alza. Entonces, asesorados por el ecuatoriano Durán Barba, y a sabiendas de la escasez de resultados concretos, volvieron a las fuentes, abandonaron el oficialismo y se posicionaron como «oposición de la oposición», lugar donde se sienten cómodos para competir. Así, otra vez el argumento fue el ODIO a la OTREDAD. La implantación del término «ELLOS», y apuntes como la soberbia del dedo índice, la corrupción y las causas pendientes, los negros planeros, el narcotráfico villero, las putitas pañuelo-verde con misoprostol y la mar en coche estuvieron en el orden del día en toda declaración, que trajo así más confusión dialéctica, y más definición identitaria que plataforma. En fin, pusieron al asador toda la parafernalia racista, clasista, oscurantista-moralista y represiva que tiene la propaganda derechista, vinculada estrechamente al individualismo wannabe, diseñando un combo que les permita inflar el pecho haciéndoles creer a la población que votándolos «salvan al país» de una desgracia mayor, por lo que siguiendo esa directiva estarían «del lado correcto de la vida» [por eso M.E. Vidal dice sin prurito «El domingo se elige si vamos a tener democracia o no»].

 

Esa certera puntería sobre los «bajos instintos» no es un hecho para subestimar pues tiene enorme efectividad práctica, dado que explota e incentiva las miserias humanas latentes, exteriorizándolas, incluso, en un formato de fanatismo. Hay que tener una visión muy altruista y una férrea impermeabilidad cultural a la subliminalidad del mensaje para resistirla, cosa que no todos pueden.

Ese logro genuino (aunque éticamente condenable) posiciona a Cambiemos como una minoría fuerte.

No obstante, no es para acongojarse. En 1989, con una hiperinflación galopante y con elecciones anticipadas por la incapacidad de mantener ya la gobernabilidad, el candidato oficialista (UCR) Eduardo Angeloz obtuvo el 37% de los votos, algo impensado teniendo en cuenta el desastroso contexto económico, con saqueos y caos financiero. El argumento de dicho sostén fue, cuando no, el miedo a algo peor, apocalíptico, que finalizara abruptamente esa entelequia blanca-liberal llamada «democracia». Gente que estaba literalmente con la vida destrozada votó a Angeloz porque «lo que viene es mucho peor».

 

Y estamos hablando de una época donde no existían ni por asomo el bombardeo mediático que existe hoy en día, ni tampoco los sutiles métodos subliminares multimediáticos.

Por ello, el triunfo del Frente de Todos, por un 48%, es MUY VALORABLE.

No debe olvidarse, además, lo que vulgarmente se denomina el «recurso administrativo», esto es, la capacidad de usar el poder del Estado para el beneficio del candidato oficial, recursos que son por lo general sabiamente aplicados; ni tampoco hay que soslayar que Cambiemos hizo solamente un periodo de gobierno, y por consiguiente, no había sufrido un desgaste temporal, manteniendo (en teoría) una imagen «fresca», con una reserva no desdeñable de confianza.

 

Chris Cyr